Aunque empiezo a estar saturado de tantas flores, aún encuentro algunas, en teoría, atípicas.
Esta entra de lleno en mis intereses porque es diminuta y además no es tan inusual, pero su pequeño tamaño de nuevo la hace invisible al humano corriente.
La llaman también "picardía" o "hierba de campanario" y crece en muros no demasiado soleados.
Como muchas pequeñas cosas en la vida nos asombra con una característica muy peculiar, cuando crecen las flores se dirigen hacia el sol, pero cuando son fecundadas las flores invierten este comportamiento y se apartan del sol para asegurarse de que sus semillas caerán en las grietas de los muros que las sustentan para que puedan germinar. Es fascinante.